Andreina Pinto Contreras descubrió que padecía epilepsia porque a los 12 años comenzó a presentar crisis de ausencia. Sin embargo, eso no la detuvo para ser toda una profesional: " la verdad, hasta hoy pienso que, en el salón de clases, todos éramos estudiantes regulares, con metas y problemas. Además, la mejor parte de esa experiencia es que pocos profesores sabían que yo tenía esa condición".
Monika Mila: ¡Hola Andreina! ¿Que tal si te presentas y nos cuentas que haces en tu día?
Andreina Pinto: Mi nombre es Janeth Andreina Pinto Contreras y tengo veintisiete años de edad. ¿Qué hago todos los días? bueno, en la mañana me paro hago el desayuno, veo un capítulo de alguna serie de anime, hago un poco de ejercicio, a veces me gusta jugar league of legend con mi pareja y bueno creo que las necesidades básicas. Claro está, en la mañana debo tomarme una pastilla de 500 mg de ácido Valproico y en la noche otra pastilla.
¿Cuáles fueron los primeros síntomas? ¿cómo la diagnosticaron?
A.P: Uhm… la verdad no sabría decirlo, si fueron mis primeros síntomas solo sé que a mis 11 o 12 años, después de salir de una fiesta de cumpleaños, me dio una ausencia. Mis padres me dijeron que yo empecé a caminar por la raya amarilla, de la carretera, dada la casualidad y buena suerte que no paso ningún carro en ese momento, mi papá creía que no era nada y que solo estaba actuando o llamando la atención, el instinto de madre (creo yo), fue la que me creyó y me llevo al especialista, me hicieron estudios y me diagnosticaron #epilepsia.
¿Qué otras cosas, aparte del medicamento te han ayudado a sobrellevar esta condición?
A.P: Primero que nada, el apoyo de mi familia, amigos y pareja, ya que creo que las emociones son una parte esencial de sobrevivir adecuadamente a esta enfermedad; además de jugos verdes, ácido fólico y vitaminas.
¿Alguna vez te cohibiste de decir que tienes epilepsia o siempre creiste que era prudente decirlo?
A.P: Uff… la verdad un montón de veces, y más si es para un trabajo la sociedad cree que somos unos incompetentes que no podemos hacer nada, por eso demuestro lo que se hacer y luego si es prudente se los digo, si es para una amistad si lo digo claro y sin tanta vuelta, por ejemplo a mi pareja actual se lo dije luego de la segunda cita, y me sorprendió que actuará tan bien, y sin asustarse o querer alejarse de mí, como los demás lo hicieron, creo que pensaban que iba a ser una carga para ellos.
Recientemente te has graduado ¿sentiste que en algún momento la epilepsia te impidió estar al mismo ritmo de tus compañeros?
A.P: Sí, me gradué en la Universidad de los Andes, núcleo Táchira en Venezuela en la carrera de Educación mención “Español y Literatura”, con un promedio de 16, es decir coulaunder, creo que cada uno lleva su propio ritmo, porque recuerdo un día que estaba desanimada y la verdad no recordaba mucho del parcial que tenía ese día de la novela “El reino de este mundo” del autor Alejo Carpentier, a pesar que había leído y hecho resúmenes, no me sentía preparada, le comente a una amiga lo siguiente,”…desearía no tener epilepsia y ver así, si no se me olvidan tan rápido las cosas importantes.”, mi amiga me dijo, “Andreina, tranquila. A todos se nos olvidan las cosas, y a pesar que tienes esa condición, has salido muy bien en los parciales y creo que a todos se nos olvidan las cosas…”.
Esas palabras me hicieron reflexionar y la verdad, hasta hoy pienso que en el salón de clases todos éramos estudiantes regulares, con metas y problemas además, la mejor parte de esa experiencia es que pocos profesores sabían que yo tenía esa condición y me trataron igual, los mismos parciales, el mismo tiempo, la misma explicación y el mismo trato, fue genial.
Se sabe que la mayoría de las personas con epilepsia sufren de discriminación ¿alguna vez te sucedió?
A.P: Si sucedió y muchas veces, sin embargo, no me importaba tanto, hasta que una vez buscando trabajo, recuerdo que era para ser profesora de preescolar, en Venezuela en ese tiempo estaban aceptando cualquier persona que tuviera pedagogía así que por eso probé, entre y tenía música religiosa de fondo, me senté y empezó la entrevista todo iba bien, sin embargo, esta vez dije adicionalmente que yo tenía epilepsia, la señora preguntó si la tenía controlada y yo le dije que sí, y luego con mucha delicadeza pero no nada sutil, me dijo, "lo siento pero me daría mucho miedo si a Ud. le da una convulsión estando con los niños." (algo así dijo no recuerdo muy bien), yo dije entre mí: "¿es en serio?", camine hasta casa de un amigo que vivía cerca y le conté, me sentí muy mal y discriminada.
Es decir, ya había dado clases en primaria y secundaria en un colegio, y no pasó nada delante de los niños. Sin embargo, creo que la gente le teme a lo desconocido y creo que con esa experiencia nunca más diré que tengo epilepsia, hasta que me contraten y les demuestre de que soy capaz, porque en serio las personas se imaginan es el peor escenario.
¿Consideras que tienes una vida normal o diferente a los que habitualmente te rodean?
A.P: A esta pregunta responderé así: Todos somos diferentes, gracias a Dios. Sin embargo, seré realista, las personas “normales” no tienen convulsiones y ausencias en cualquier parte, tomar pastillas constantemente, no tomar cafeína, no beber, controlar tus emociones, dormir es esencial, pero sin pasarte. Porque si fuera por mi, te quedas todo el día durmiendo, no estresarte, tratar de no deprimirte y bueno gozar la vida y vivir.
¿Qué crees que podríamos hacer para acabar con los estigmas sociales sobre la epilepsia?
A.P: Educar a las personas que no es una enfermedad infecciosa; darle información a las personas de cómo se debe actuar cuando se convulsiona, y algo muy importante que aprovecho en esta entrevista, por favor nunca LE COLOQUEN ALGÚN OBJETO DENTRO DE LA BOCA a alguien que convulsione.
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