Entre el 70-80% de las personas que padecemos epilepsia, pueden desarrollar una actividad laboral normal. Pese a ello, tenemos grandes dificultades para encontrar un empleo estable si nuestra condición es conocida, por lo que muchos de nosotros optamos por ocultarlo.
El desempleo en este colectivo es desproporcionadamente alto, siendo 2-3 veces mayor que en la población en general y más elevado que en personas con otras discapacidades.
Una de las causas que contribuye a ello es la creencia que tienen los empresarios de que las crisis son siempre frecuentes, que los accidentes laborales y las bajas por enfermedad en este colectivo son altas, entre otras.
Nadie puede impedirnos el trabajo, según el ARTICULO 8o. LIBERTAD DE TRABAJO.
“Nadie puede impedir el trabajo a los demás, ni que se dediquen a la profesión, industria o comercio que les plazca, siendo lícito su ejercicio, sino mediante resolución de autoridad competente encaminada a tutelar los derechos de los trabajadores o de la sociedad, en los casos que se prevean en la ley.”
El acceso al mercado laboral es el paso más importante para la integración social de cualquier persona, más concretamente para aquellas que padecen algún tipo de enfermedad o discapacidad.
El rendimiento de una persona con epilepsia, al igual que el de cualquier otra, depende sólo de su capacidad y conocimiento.
¿Qué problemas se nos presentan en el ámbito laboral al hacer pública la condición?
A pesar de contar con formación académica, tenemos gran dificultad para obtener un empleo o se nos niega la posibilidad de progresar profesionalmente por el siemple hecho de decir que padecemos epilepsia.
Entre los problemas que se nos plantean a a la hora de hacerlo público nos encontramos con los siguientes:
Si al solicitar un empleo hacen público que padecemos epilepsia no somos contratados o se nos coloca en un puesto inferior al que su capacidad les permitiría desempeñar.
Es habitual el despido o la no renovación ante la recurrencia de una crisis en el trabajo.
Situaciones de discriminación, aislamiento y marginación por parte de sus compañeros.
¿Cómo apoyar en el ambiente laboral?
La mejor forma de apoyar es darnos un trato similar al del resto de los compañeros de trabajo, y en caso de que se presentara una crisis epiléptica contar con la información y formación necesaria para poder socorrer adecuadamente.
¿Se debe revelar que se es epiléptico?
La respuesta debería ser SÍ, pero es evidente que en la mayoría de los casos el silencio es la actitud que adoptan las personas afectadas de epilepsia por miedo a ser rechazados o por miedo de no obtener un empleo o simplemente por miedo a ser despedidos.
Seguirá siendo así hasta que la sociedad no apueste por una integración laboral plena de este colectivo.
La epilepsia no debe considerarse una enfermedad discapacitante. La persona epiléptica puede llevar una vida normal siempre y cuando tome las precauciones recomendadas por su neurólogo/a, así como desempeñar un empleo de forma satisfactoria.
Dada la alta incidencia con que la epilepsia se presenta en la población en general, es necesaria e indispensable una acción educadora dirigida no sólo a los propios enfermos y sus familiares, sino también a los profesionales de todos los ámbitos (social, educativo, de la salud, etc.), sindicatos, trabajadores y empresarios, con el fin de que conozcan lo que es la epilepsia, pierdan el miedo y los prejuicios que giran en torno a esta enfermedad, brinden oportunidades a quienes la padecen sin ninguna discriminación, no hagan despidos injustificados y promuevan un ambiente favorable, sin burlas ni estigmatización hacia las personas con epilepsia.
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